El protagonista de este artículo y el tronco del que nacieron las ramas que ahora iremos enumerando. Ya hemos comentado anteriormente algunas de sus cifras, pero vamos a desgranarlo un poco más a conciencia en este apartado, sobre todo por si nos dejamos algún dato en el tintero. Bien, como ya hemos comentado, lo conocimos a finales de año de 2013, junto a un nuevo propulsor de 6 cilindros en línea con una sobrealimentación M TwinPower Turbo con inyección directa y distribución variable, 3.0 litros de cubicaje, una potencia máxima de 431 CV y un par máximo de 550 Nm desde las 1.800 rpm hasta las 5.390 rpm, un régimen mucho más amplio que su predecesor V8.
La entrega de potencia de este rabioso deportivo era muy lineal, pues la instalación del doble turbo hacía que la sensación de ser un coche de aspiración natural fuese grande, y a pesar de esta naturaleza turboalimentada, era capaz de girar hasta las 7.600 rpm. Su caja de cambios podía ser manual de 6 velocidades, con la que podría hacer el 0 a 100 en 4,3 segundos o automática M DKG con doble embrague, con la que recortaría la cifra anterior en dos décimas, parando el crono en 4,1 segundos.
Una radical puesta a punto hacía que la experiencia de conducción estuviese enmarcada por auténtica locura. Era muy fácil jugar con su trasero, especialmente en el momento en el que te armabas de valor y desconectabas el control de tracción. Su diseño agresivo evidenciaba lo que te esperaba al dar rienda suelta a sus prestaciones. Mecánicamente iba de la mano de su hermano, el BMW M3, pero una batalla recortada y un aspecto menos familiar hicieron de este el modelo predilecto de los que buscan una estética imponente y mucho más deportiva.